¿Cómo nace este proyecto?
Me llamo Jen, nací en Suiza y vine con mi padre a vivir a España cuando tenía 15 años. Mi lengua materna es el francés, así que es posible que notes que a veces hablo un poco raro.
Me independicé con 18 años, y desde entonces no he dejado de trabajar en distintos sectores. Paralelamente, empecé varias carreras y las dejé a medias hasta que con 24 años descubrí mi pasión: las personas. Concretamente, mi propósito era ayudar a personas que sufrían de algún tipo de adicción y mujeres víctimas de violencia de género, así que decidí formarme como Técnico Superior en Integración Social y, como me supo a poco, seguí con la carrera de psicología. Desde entonces no he dejado de formarme a través de másteres, cursos, congresos, y lo que sea que pueda despertar mi interés y curiosidad.
Con 31 años, después de haber trabajado un largo tiempo con menores en riesgo de exclusión, me contrataron para coordinar un recurso para mujeres víctimas de trata y explotación sexual. Amaba mi trabajo, pero la gestión por parte de la familia de directivos de la asociación era caótica y además cada vez me tenía que encargar de más programas asumiendo más y más responsabilidades, todo ello sumado a que mi dispositivo móvil tenía que estar 24/7 operativo, así durante casi 3 años.
El nivel de estrés que soportaba era brutal, hasta tal punto de no poder dormir por las noches y que me dejara de bajar la regla durante 5 meses, fue cuando me diagnosticaron SOP (Síndrome de Ovario Poliquístico). El mejor momento de mi día era cuando llegaba a casa y empezaba a merendar en el sofá, me daba mucha paz y tranquilidad. Además, también me servía de excusa para no enfrentarme a mi trabajo final de máster que estaba cursando en aquel entonces y así postergar la tarea.
El pincho de tortilla a media mañana también me estaba dando la vida, era un momento en el que podía escaparme de toda esa carga de trabajo. Cada vez que me tenía que poner a redactar un informe o una memoria, me iba a la cocina a coger algunas galletas, una tostada con mantequilla de cacahuetes, o a picar lo que fuera que encontrara.
No tardé en empezar a engordar, mi ropa me estaba quedando apretada, yo lo notaba y la gente de mi alrededor también, lo cual me daba mucha vergüenza.
Entonces decidí que tenía que perder estos kilos ganados: registraba todas las calorías que ingería, me metí en la dinámica del ayuno intermitente, me pesaba todos los días (por supuesto el número de la báscula era directamente proporcionado a mi grado de felicidad/desesperanza)…
Y entonces empezaron los atracones: tras un ayuno, un mal día de trabajo (es decir, casi todos los días de la semana) o al ver una “mala” cifra en la báscula, empezaba a comer y, literalmente, no podía parar. Igual empezaba con fruta y un yogur, luego otro yogur, después una taza de avena con bebida de arroz y frutos secos, la cual podía llegar a rellenar un número infinito de veces, humus, pan con aceite de coco, como hubiera chocolate en casa por supuesto me bajaba la tableta…arrasaba con todo lo que me encontrara… ya que había roto mi dieta era el momento de aprovechar… Pero después, a parte de dolorida por todo lo que había comido, me sentía terriblemente arrepentida, culpable y avergonzada. Me mataba ese sentimiento de incoherencia conmigo misma por romper, una vez más, con mis valores y mis propósitos. Mi autoestima estaba a la altura del betún y había perdido toda confianza en mí misma.
Fue entonces cuando decidí pedir ayuda a una psicóloga y tras meses de terapia ella misma me recomendó hablar con mi médico para valorar una baja laboral porque ese trabajo iba a acabar conmigo. No fue fácil, tardé mucho en tomar esta decisión ya que, en ese momento, lo estaba viviendo como un fracaso profesional y personal, pero la realidad era que cada vez me encontraba peor física y mentalmente. Hablé pues con mi médico, me dio la baja y me mandó directamente a psiquiatría, por lo que a mi terapia psicológica se sumó la farmacológica.
A los 3 meses, me echaron del trabajo y a partir de allí todo empezó a mejorar: me volvió la regla, conseguía dormir, parecía que lograba mantener mi foco de atención en las actividades de mi día a día y empecé a encontrarme mejor emocionalmente… pero los atracones seguían ahí.
Logré recuperarme cuando di con las herramientas y estrategias que eran las adecuadas para mí y, sobre todo, cuando entendí la importancia de usarlas en los momentos claves.
Me convertí en una experta en trastorno por atracón y logré trascender mi “adicción” y mi obsesión por la comida. Todo ese camino recorrido me sirvió para conocerme mejor, reconstruir mi autoestima, ganar seguridad en mí misma y montar este proyecto. Pasé de estar en un hoyo avergonzada de mí misma a ser una emprendedora decidida a enfrentar cualquier reto y a disfrutar de mí y de mi vida.
Cuando tu mundo deja de girar alrededor de la comida, vuelves a vivir.
Psicóloga col. Nº CA001043
FORMACIÓN ACADÉMICA
Actualmente: Curso “Trastorno por atracón y hambre emocional” AEPSIS
2021-2022 Máster en Trastornos de la Conducta Alimentaria, Instituto SERCA.
2018-2020 Máster en Terapias Psicológicas de tercera generación, Universidad Internacional de Valencia.
2012-2018 Grado en Psicología. Mención en Psicología de la Salud e Intervención en Trastornos Mentales y del Comportamiento. Universidad Nacional de Educación a Distancia
2010-2012 Ciclo de Grado Superior en Integración Social, I.E.S Santa Clara, Santander